jueves, 7 de diciembre de 2023

Todo sobre la Navaja de Ockham: : prioriza lo simple

Navaja de Ockham
Una herramienta filosófica con un poder transformador en la manera en que se aborda la comprensión de la propia realidad

Son muchas las personas que piensan que lo complejo es más creíble. Además en un mundo caracterizado por la complejidad y la sobreabundancia de información, la búsqueda de explicaciones claras, sencillas y concisas se vuelve una tarea de lo más esencial. Se trata de un pensamiento que no es reciente, sino que comenzó en el siglo XIV de la mano de un monje llamado Guillermo de Ockham, quien afirmaba que, ante varios razonamientos en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable. Pero, atención que La navaja de Ockham viene a desmentirlo.

Se trata de una herramienta filosófica con un poder transformador en la manera en que se aborda la comprensión de la propia realidad.

Es la contracorriente de aquello de "lo simple es aburrido y lo complejo nos atrae".

En este artículo, sin aburrirte, vas a conocer una herramienta para tomar mejores decisiones simplificando: La Navaja de Ockham.


¿Qué es y para qué sirve la navaja de Ockham?

La navaja de Ockham (a veces escrito Occam u Ockam), principio de economía del pensamiento,principio de parsimonia o reduccionismo metodológico, es un principio metodológico y filosófico atribuido al fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico Guillermo de Ockham (1285-1347), según el cual «en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable». Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.

Navaja de Ockham
     La Navaja de Ockham, o la defensa de la explicación más sencilla (Imagen editada en: https://es.textstudio.com/logo )     

Es considerado un atajo para tomar mejores decisiones. La parte de navaja hace referencia a la capacidad de este modelo mental de «afeitar» posibles alternativas. Nos ayuda a no caer en la parálisis por análisis, al tener un criterio que elimina muchas de las alternativas.

En ciencia, este principio se utiliza como una regla general para guiar a los científicos en el desarrollo de modelos teóricos. En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable y ciertamente no es un resultado científico. «La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera», según el principio de Ockham. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta. Su sentido es que en condiciones idénticas se prefieran las teorías más simples. Otra cuestión diferente serán las evidencias que apoyen la teoría. Así pues, de acuerdo con este principio, no debería preferirse una teoría simple pero con pocas evidencias sobre una teoría compleja pero con mayores pruebas.

Lo que ha de tenerse en cuenta para medir la simplicidad, sin embargo, es una cuestión ambigua.1​ Quizás la propuesta más conocida sea la que sugirió el mismo Ockham: cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias, debe preferirse la teoría que postule la menor cantidad de (tipos de) entidades. Otra manera de medir la simplicidad, sin embargo, podría ser por el número de axiomas de la teoría.

La navaja de Ockham se aplica en casos prácticos y específicos, englobándose dentro de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista que opera sobre conceptos individualizados y casos empíricos.

El criterio para reducir posibles soluciones de la navaja de Ockham es la complejidad, entendida como el número de supuestos que tienes que asumir. La navaja de Ockham, nos dice que en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable.

No todo el mundo es capaz de decidirse a la primera. Incluso, tras darle muchas vueltas a una idea, tomar un camino u otro u optar por una alternativa o la otra se hace mundo. Una de las razones por las que a menudo estamos confusas sobre qué escoger es la gran cantidad de información de la que disponemos. Como confirma Isabel Aranda, Chief Content Officer de Therapyside "nos pasamos la vida planteando teorías sobre las cosas que pasan, pero ¿qué podemos hacer para saber con qué teorías quedarnos y con cuáles no?"

El principio de simplicidad, relacionado con la Navaja de Ockham, explica por qué casi siempre que tenemos una teoría resulta que se corresponde con la realidad. Por ejemplo, "si quedo con un amigo a cierta hora y veo que no está, la primera teoría que me surge es que llega tarde, a pesar de que puedan existir otras ideas que puedan explicar que no esté (como que haya decidido quedarse en casa sin avisar); la primera teoría es simple y, casi siempre, correcta"

Si tu amigo no te coge el teléfono puedes pensar que está ocupado. Aunque también podrías pensar que ha cogido un avión a Hawái de última hora y no hay cobertura durante el vuelo. En esta segunda opción, estás asumiendo muchas cosas. La navaja de Ockham nos animaría a quedarnos con la primera opción, la que menos asunciones tiene.

La navaja de Ockham nos animaría a quedarnos con la primera opción, la que menos asunciones tiene. Tu amigo podría estar en una playa como esta, lo más probable es que no.
Tu amigo podría estar de camino a una playa como esta, pero lo más probable es que no.

¡Ojo!, tu amigo podría estar en ese avión a Hawái de última hora, pero es menos probable. Esto explica uno de los principales malentendidos con este modelo mental: que la explicación más simple sea la más probable, no implica que siempre sea la correcta.

Este modelo mental, también es conocido como principio de parsimonia. Aunque lo que nos interesa es por qué se llama navaja de Ockham.

¿Cómo se aplica este principio en la toma de decisiones?

A la hora de tomar decisiones, el principio de simplicidad se puede ver como un arma de doble filo. Por un lado, "nos permite convertir muchos estímulos en información simple, con lo que podemos tomar muchas decisiones muy rápido. Por otra parte, hace que tomemos rutas de pensamiento con información que puede estar sesgada e incompleta, y, por tanto, podemos tomar malas decisiones".

Por eso es importante que, cuando utilicemos la navaja de Ockham, "tengamos en cuenta toda la información posible y de la forma más objetiva para evitar sesgos".

Navaja de Ockham
Si te cuesta tomar decisiones, utiliza la navaja de Ockham

¿Cómo nos ayuda en la resolución de problemas?

piensa

El exceso de complicación en el pensamiento puede manifestarse de muchas maneras: desde la procrastinación y la indecisión, hasta el derroche de recursos y la fatiga. "Cuando empezamos a dar vueltas a las posibilidades con "qué pasaría si", nos desviamos del núcleo de lo que realmente necesitamos resolver. El resultado es, a menudo, una sobrecarga de pensamientos que nos deja incapaces de actuar eficientemente, provoca que tomemos decisiones basadas en demasiadas variables y, para darle a todo un sentido, creamos explicaciones demasiado complejas que se alejan de la realidad", nos advierte Isabel Aranda.

Por tanto, el principio de simplicidad en la que se basa la teoría de la navaja de Ockham puede sernos de ayuda a la hora de no enredarnos tanto en nuestros pensamientos. Eso sí, debemos tener en cuenta, como comenta la experta, que si lo simplificamos demasiado nos exponemos a precipitarnos y tomar decisiones sin toda la información que necesitamos para ello.

Origen del término

La denominación de navaja de Ockham apareció en el siglo XVII, y con ella se expresaba que mediante ese principio, Ockham «afeitaba como una navaja las barbas de Platón», ya que de su aplicación se obtenía una notable simplicidad ontológica, por contraposición a la filosofía platónica que «llenaba» su ontología de entidades (además de los entes físicos, Platón admitía los entes matemáticos y las ideas). Desde una perspectiva ontológica, pues, la aplicación de este principio permitió a Ockham eliminar muchas entidades, a las que declaró innecesarias. De esta manera se enfrentó a muchas tesis sustentadas por la escolástica y, en especial, rechazó la existencia de las especies sensibles o inteligibles como intermediarias en el proceso del conocimiento, y rechazó también el principio de individuación, al que calificó de especulación vacía e innecesaria.

Hay que tener en cuenta que esta teoría no es irrefutable ni mucho menos sirve para determinar las explicaciones correctas de un fenómeno científico. La navaja de Ockham busca simplificar el proceso y señalar la lógica que reside en la elección de la postura más sencilla siempre que esté en igualdad de condiciones con las demás. Así, una teoría simple pero con pocas evidencias no debería ser elegida antes que una más compleja pero respaldada por pruebas suficientes.

Para enunciar esta famosa idea, Ockham se valió de la expresión latina pluralitas non est ponen da sine necessitate, es decir, “la pluralidad no debe formularse sin necesidad”. Con ella, el filósofo y teólogo expresaba que, cuando un individuo se enfrenta a múltiples explicaciones para un mismo fenómeno o problema, la explicación más simple, es decir, la que involucra el menor número de suposiciones o entidades adicionales, será generalmente la más probable. Cabe resaltar, que la Navaja de Ockham no afirma que la más simple será siempre la correcta, pero sí insta a comenzar con ella la búsqueda de explicaciones, y a considerar razonamientos más complejos sólo cuando sea estrictamente necesario.

¿Por qué se llama ‘navaja de Ockham’?

La parte de «navaja», ya la hemos explicado. Se llama así porque afeita una gran cantidad de opciones, facilitando la toma de decisiones.

Pasemos al «de Ockham», aunque tampoco tiene mucho misterio. Esta segunda parte hace referencia a un fraile y filósofo que le puso nombre a este modelo mental: Guillermo de Ockham. Pero Guillermo no creó este atajo, Aristóteles 1500 años antes ya lo usaba:

«Podemos asumir la superioridad, en igualdad de condiciones, de la demostración que se deriva de menos postulados o hipótesis.»

Aristóteles.
Guillermo de Ockham, un fraile y filósofo que le dió nombre a este modelo mental: la navaja de Ockham.
Guillermo de Ockham, guille para los amigos.

La cuestión es que guille, la usaba para todo y al final le acabó dando nombre a este modelo mental. Incluso demostró la existencia de Dios bajo este principio. Como el mundo no puede explicarse de una forma más simple que con la figura de Dios, Dios existe.

Pero hay que tener en cuenta que el escolástico Guillermo de Ockham, quien se considera el máximo exponente del nominalismo (doctrina filosófica que defiende que solo existen las cosas particulares con cualidades individuales, en contraposición a los conceptos generales o universales), no rechazaba las soluciones complejas en todos los casos. Lo que decía, apunta González Serrano, es que “ante dos soluciones en igualdad de condiciones, hay que escoger la simple”. En otras palabras, si la solución compleja presenta más garantías o pruebas que la simple, en ese caso sería recomendable, a pesar de la navaja de Ockham, escoger la compleja. En el ámbito económico, se utiliza, sobre todo, en microeconomía para analizar el comportamiento del consumidor. En estadística, por poner otro ejemplo, se observa otra aplicación común del principio de Parsimonia. A la hora de escoger las variables necesarias para realizar cálculos estadísticos, es imprescindible seleccionar las justas y necesarias, la combinación más simple de todas ellas —y no la más compleja y abundante—, con tal de no perder precisión. Una anécdota del astrónomo, matemático y físico francés Pierre Simon-Laplace puede ayudar a comprender algo más el asunto. Cuando le presentó a Napoleón el primer diseño mecanicista del universo, es decir, el primero que lo explica todo por la interacción de los átomos, Bonaparte le pregunta: “Habéis escrito un tratado sobre el Universo sin haber mencionado ni una vez a su Creador”. A lo que Laplace, en un perfecto uso de la navaja de Ockham, le responde: “No he necesitado esa hipótesis”. 

El monje Guillermo de Ockham, a diferencia de Platón, pensaba que no es necesaria tanta elucubración metafísica, tanto ascenso al mundo de las ideas, y que había que fijarse más en lo material, centrándose en explicaciones que son eficaces en el mundo real”, explica González Serrano. “Por eso se dice que le cortó las barbas a Platón”, continúa, “porque, de algún modo, le cortó las alas… aunque a ambos filósofos los separan casi quince siglos”, ríe. El propio nombre del axioma, acuñado en el siglo XVI, hace referencia a la relación entre ambos pensadores. La simplicidad de la máxima de Ockham “afeitaba como una navaja” las barbas complejas de Platón, quien tenía en cuenta, en su pensamiento, multitud de factores —o entidades— físicos, del terreno de las ideas y, también, matemáticos. Así las cosas, tal y como contaron filósofos posteriores a ambos, la simpleza de Guillermo de Ockham llegó para ejercer de contrapunto a la complejidad platónica.


La navaja de Ockham en acción

Este modelo mental puede usarse para el diseño de aeronaves de alta tecnología, para diseñar tu entrenamiento, o para crear los hábitos de tu vida. Para entenderlo mejor, vamos a detenernos en cada uso.

El principio KISS

Para reducir el gasto militar, Kelly Johnson, ingeniero jefe de un programa de diseño de aeronaves de alta tecnología (Skunk Works) propuso el principio KISS. El significado de estas siglas: Keep it simple stupid. ¡Mantenlo simple estúpido!

Bajo este principio se evitaron muchos errores, al reducir la complejidad todo lo posible. Imagínate ponerte a construir un caza y querer que tenga ochenta y cinco alas.

Si puedes simplificar los elementos del caza, hazlo. Suficiente complejo es ya de por si como para que vengas tú y lo compliques todavía más.

Entrenamiento y adherencia

Este ejemplo es un clásico del proyecto. A veces, hasta nos echan la bronca por usarlo tanto, pero creo que ilustra a la perfección el poder de lo simple./p>

Puedes tener una rutina hiper complicada con ejercicios que solo haría un mono saltimbanqui. A los dos días no serás capaz de seguirla. O, puedes simplificar y, respetando los pilares básicos del entrenamiento, construir una rutina sencilla que puedas mantener en el tiempo. Lo simple vuelve a ganar la batalla.

La simpleza en tus hábitos

Un hábito es una pequeña conducta repetida que se convierte en automática. Para que una acción se convierta en hábito, tiene que ser realizada varias veces. Y adivina, adivinanza, ¿qué es más fácil de repetir?, ¿algo simple o algo complejo?

Creo que habrás intuido la respuesta. A la hora de elegir un nuevo hábito, navaja de Ockham. Simplifica las acciones que quieres que se conviertan en hábitos. Y al contrario, cuando quieras acabar con un hábito, complícate la vida. Dificulta las acciones que quieres que dejen de ser un hábito.

El caso del doctor Edward Jenner

Tomemos un ejemplo: el doctor Edward Jenner, a finales del siglo XVIII, trabajaba arduamente en la investigación del contagio de la viruela.

Para poder realizar algunos experimentos, necesitaba individuos que no tuvieran la enfermedad y, en su búsqueda, se topó con un pueblo exento de casos. Era un pequeño pueblo de doscientas familias que se dedicaban a la industria láctea. Jenner pensó en varias alternativas que explicaran esta inmunidad, entre las cuales barajó algunas bastante complicadas y otras francamente absurdas:

  • … los habitantes tenían algún medicamento secreto que no querían compartir.
  • … algo de la zona (la hierba, el aire o algún alimento) los protegía.
  • … todos eran extraterrestres y la viruela no les afectaba.
  • … había algo en común que les ponía en un lugar especial respecto a la enfermedad.
  • … etcétera, etcétera.

Después de descartar la primera y la tercera explicación (además de otras veinte más o menos rebuscadas teorías), la Navaja de Ockham le dejó a Jenner solo dos opciones: la segunda y la cuarta. Mientras conseguía voluntarios para que se trasladaran a vivir a la zona, para comprobar si se inmunizaban, el doctor Jenner se enteró de que había otros pueblos inmunes a la viruela, y de que todos se dedicaban a las vacas.

Lo que siguió cambió para siempre la historia de la vida y la muerte de todos los seres vivos del planeta. Jenner se dio cuenta de que algo relacionado con las vacas (por eso su tratamiento terminó llamándose “vacuna”) confería protección a los que trabajaban con ellas. Cuando finalmente aisló e inoculó a individuos de la ciudad esa misma sustancia, consiguió que también ellos desarrollaran protección y defensas contra la viruela.

La carrera espacial

En general, como establece el principio de la Navaja de Ockham, las mejores soluciones aparecen de la más simple lectura de cada problema. En el comienzo de mi libro 20 pasos hacia adelante quise rescatar mi intento de hacer simple lo complicado y, como ejemplo de la importancia de no rizar siempre el rizo, conté esta anécdota, tal como me contaron que sucedió:

En plena carrera espacial, los Estados Unidos y la entonces poderosa Unión Soviética se esforzaban por ser los primeros en llegar a la Luna. Dejar registro de lo que sucediera era tan importante para el futuro como lograrlo. No existían microchips todavía y debía escribirse a mano, lo que condujo a un problema en el que nadie había pensado antes: sin gravedad, la tinta de los bolígrafos no corre. Este pequeño punto pareció ser crucial en aquellos tiempos.

El grupo que consiguiera solucionar esta dificultad ganaría, al parecer, la carrera espacial.

El gobierno de los Estados Unidos, consciente de la importancia del tema, invirtió millones de dólares en financiar un grupo de científicos para resolver el asunto. Al cabo de algunos meses de tarea incansable, los inventores presentaron un proyecto ultra secreto: un bolígrafo que contenía un mecanismo interno de mini bombeo que desafiaba la fuerza de gravedad.

Los Estados Unidos, en efecto, llegaron primeros a la Luna, pero no fue porque los rusos no hubieran resuelto el tema de la tinta. En la Unión Soviética habían solucionado el problema apenas unas horas después de darse cuenta de la dificultad planteada: los científicos rusos, encarando el tema con mayor simpleza, renunciaron a los bolígrafos y decidieron reemplazarlos por lápices.

Nuestra es, entonces, la tarea de simplificar las cosas con las que nos enfrentamos y quizá también dejar de sofisticar hasta lo indecible nuestras necesidades, para quedarnos con las más auténticas y saludables, que, en general, no son las más publicitadas sino las más sencillas.

Modelo aplicado a una situación cotidiana

Un ejemplo clásico de esta filosofía es la de la aparición de unas luces de colores en el cielo. Así, supón que, de repente, observas una serie de luces en el cielo nocturno que parpadean en patrones aparentemente aleatorios, mostrando diferentes tonalidades. ¿Cuál es la explicación más simple? Podrías considerar varias opciones, como naves extraterrestres, un fenómeno atmosférico desconocido o, simplemente, una exhibición de fuego artificiales. La Navaja de Ockham aconsejaría entonces que consideraras la explicación más sencilla, es decir, la de los fuegos artificiales, pues sería la que no necesitaría la introducción de otros conceptos más complejos o desconocidos.

Esta regla, que en lo cotidiano aplicamos muchas veces sin darnos cuenta, se debe en gran medida, a la manera en la que procesamos la información. "La mente tiende a simplificar lo máximo posible todo aquello que percibe, lo que se conoce, como decíamos, como principio de simplicidad, y es una forma de procesar mucha información con mucha eficiencia". Sin embargo, ha tenido una importancia capital en el desarrollo posterior de la ciencia.

Después de estos ejemplos, pasemos a la parte que menos reluce, los límites y los matices de este modelo mental.


Límites y matices de la navaja de Ockham

Para acabar de entender bien un modelo, tenemos que conocer sus limitaciones. De ahí la importancia de este apartado. Es tan importante conocer lo bueno como lo malo de las cosas, para saber cuando y en qué usarlas.

Lo simple no es siempre correcto

«Todo debe ser lo más simple posible, pero no más simple.»

Albert Einstein.

Quitar cosas suele ser más poderoso que añadir, hasta cierto punto. Pero no podemos pasarnos de listos. Hay un equilibrio entre cómo de simple puedes hacer las cosas y cómo de complejo tiene que ser, que deberías respetar.

No elimines por eliminar, porque caerías en hacerlo demasiado simple. Como has leído antes, Ockham usó su propia navaja para demostrar la existencia de Dios, porque el mundo no puede explicarse de una forma más simple que con la figura de Dios. Para mí, se pasó de frenada. Explicar todo lo que no sabemos con Dios es lo más simple, pero no implica que sea lo correcto.

Einstein conocía los límites de la navaja de Ockham.
Einstein haciendo el cafre.

Es mejor algo complejo y correcto, que algo simple e incorrecto. La navaja de Ockham no justifica mentiras simples. Me gustaría incluir, además de la frase de Einstein, los matices aportados por Immanuel Kant y Carl Menger a esta navaja.

Immanuel Kant:

«La variedad de seres no debería ser neciamente disminuida.»

Menger hasta le puso nombre: la Ley contra la Tacañería:

«Las entidades no deben ser reducidas hasta el punto de inadecuación.» «Es vano hacer con menos lo que requiere más.»

No utilices solo un modelo mental

“Si todo lo que tienes es un martillo, todo te parecerá un clavo.” Abraham Maslow.

Si tienes solo este modelo en tu arsenal, lo tienes chungo. En lugar de buscar modelos que encajen con la realidad, como solo tienes uno, tratas de encajar la realidad en tu modelo. Te conviertes en un martillo en busca de clavos, en lugar de escoger la herramienta necesaria para cada situación.

A la realidad no le importa el modelo que estés usando, va a seguir su curso igual. En cambio a tu modelo si que debería importarle la realidad. Si la realidad cambia, tu modelo debería cambiar con ella. Si el entorno en el que te mueves cambia, tus modelos también deberían. 

Construye tu propio arsenal de modelos mentales. No utilices un único modelo para todo.


EL PRINCIPIO DE PARSIMONIA

En la práctica científica, la Navaja de Ockham ha dejado una marca profunda, pues su énfasis en la simplicidad y en la economía conceptual colaboran a la obtención de conclusiones rápidas y lógicas de manera eficiente. Tanto es así, que para los casos donde ese pensamiento se aplica en la investigación científica, ha tomado vida propia y se conoce como principio de parsimonia. 

El ejemplo más claro de este planteamiento en el ámbito de la biología es en la teoría de la evolución de Darwin, la cual se basa en la selección natural como el mecanismo principal de cambio en las especies. Según el principio de parsimonia, la teoría del diseño inteligente, que postularía la existencia de un creador divino, requeriría la aparición de más entidades y suposiciones mucho más complejas que son, por lo tanto, mucho menos probables.

En la física, puede también aplicarse a la ley de gravitación universal postulada por Isaac Newton. Así, este principio explicaría cómo los objetos redondos se atraen mutuamente basándose en sus masas y en la distancia que los separa sin requerir ningún otro tipo de intervención. Por el contrario, la teoría de una tierra plana requeriría una cantidad significativa de nuevas suposiciones que explicasen una atracción no lógica, lo cual iría en contra del principio de parsimonia, asegurándola como una opción mucho menos probable. En este caso, la teoría de una Tierra redonda se confirma como verdadera al realizar los viajes espaciales y las observaciones científicas.


Controversia sobre la parsimonia de la navaja

La navaja de Ockham no implica la negación de la existencia de ningún tipo de entidad, ni siquiera es una recomendación de que la teoría más simple sea la más válida.Su sentido es que a igualdad de condiciones, sean preferidas las teorías más simples. Otra cuestión diferente serán las evidencias que apoyen la teoría.Así pues, de acuerdo con este principio, no debe preferirse una teoría simple pero incorrecta sobre una teoría compleja pero correcta.

Sin embargo, para el filósofo Paul Newall, el punto principal que hace que la navaja de Ockham sea de poca ayuda, si no explícitamente entorpecedora y dañina, es que es imposible establecer a priori las consecuencias de añadir entidades adicionales. Puesto que la ciencia nunca finaliza, siempre estamos en la posición «antes» y nunca llegamos a la posición «después», que según Niels Bohr era el único momento en el que se podría introducir la navaja de Ockham, lo cual, obviamente, ya no es de ninguna ayuda para juzgar de antemano una teoría.

Espiral fractal. ¿Qué nos hace pensar que en nuestra escala el universo parezca simple y ordenado, en lugar de realmente ser complejo y caótico en otra escala, macroscópica o microscópica?.

Porque, ¿qué nos hace pensar que el universo es simple y ordenado, en lugar de complejo y caótico? ¿Y si el universo y la realidad misma tuvieran una estructura fractal?

Preferir una teoría que explique los datos en función del menor número de causas no parece sensato. ¿Existe algún tipo de razón objetiva para pensar que una teoría así tiene más probabilidades de ser cierta que una teoría menos simple? Aún hoy en día, los filósofos de la ciencia no se ponen de acuerdo en darle una respuesta a esta pregunta.

Su forma moderna es la medida de complejidad de Kolmogórov. No existe una medida simple de simplicidad. Dadas tres explicaciones, no podemos estar seguros de cuál es la más simple. No es posible aplicar las matemáticas para determinar la validez de un juicio. Se vuelve al juicio subjetivo y relativo.

Por ejemplo, la física clásica es más simple que las teorías posteriores. Matemáticamente, la física clásica es aquella en cuyas ecuaciones no aparece la constante de Planck. Un paradigma actual principal de la física es que las leyes fundamentales de la naturaleza son las leyes de la física cuántica y la teoría clásica es la aplicación de las leyes cuánticas al mundo macroscópico. Aunque en la actualidad esta teoría es más asumida que probada, uno de los campos de investigación más activos es la correspondencia clásica-cuántica. Este campo de la investigación se centra en descubrir cómo las leyes de la física cuántica producen física clásica dependiendo de que la escala sea al nivel microscópico, mesoscópico o macroscópico de la realidad.

Sin embargo, lo que aduce la navaja de Ockham es que la física clásica no se debería preferir a teorías posteriores y más complejas, como la mecánica cuántica, puesto que se ha demostrado que la física clásica está equivocada en algunos aspectos. El primer requerimiento para una teoría es que funcione, que sus predicciones sean correctas y que no haya sido falsada. La navaja de Ockham se utiliza para distinguir entre teorías que se supone que ya han pasado estas pruebas y aquellas que se encuentran igualmente soportadas por las evidencias.

Otro controvertido aspecto de la navaja de Ockham es que una teoría puede volverse más compleja en lo relativo a su estructura (o sintaxis), mientras que su ontología (o semántica) se va haciendo más simple, o viceversa.17​ Un ejemplo habitual de esto es la teoría de la Relatividad.

Galileo Galilei criticó duramente el mal uso de la navaja de Ockham en su Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, ptolemáico y copernicano. La navaja de Ockham viene representada por el diálogo de Simplicio, un mediocre defensor de la física aristotélica, un personaje con el que quizás Galileo estuviera representando al papa Urbano VIII. El punto clave sobre el que ironizó Galileo fue que si realmente se quisiera comenzar desde un número pequeño de entidades, siempre se podrían considerar las letras del abecedario como entidades fundamentales, puesto que con toda certeza se podría construir todo el conocimiento humano a partir de ellas.


Anti-navajas de Ockham

La navaja de Ockham se ha encontrado con multitud de oposiciones por parte de quienes la han considerado demasiado extrema o imprudente.

El filósofo Walter Chatton, contemporáneo de Guillermo de Ockham, cuestionó la navaja de Ockham y el uso que este hizo de ella. Como respuesta, aportó su propia anti-navaja: «Si tres cosas no son suficientes para verificar una proposición afirmativa sobre las cosas, una cuarta debe ser añadida, y así sucesivamente».

Otros filósofos que también crearon anti-navajas fueron Leibniz (1646-1716), Immanuel Kant (1724–1804), y Carl Menger (1902-1985). La versión de la anti-navaja de Leibniz tomó su forma en el principio de plenitud, que establece que: «Todo lo que sea posible que ocurra, ocurrirá».

Leibniz argumentaba que la existencia del «mejor de todos los mundos posibles» confirmaría genuinamente cada posibilidad, y postuló en su Teodicea que este «mejor de todos los mundos posibles» contendría todas las posibilidades, sin que nuestra experiencia finita pudiera cuestionar racionalmente acerca de la perfección de la naturaleza.

Este mismo principio de plenitud se encuentra presente en el concepto de multiverso, en la teoría de los universos múltiples o "muchos mundos" del físico estadounidense Hugh Everett, teorías consideradas como científicas. El reciente descubrimiento de la energía oscura, una suerte de quintaesencia que se podría atribuir al movimiento dinámico de un campo escalar, les ha permitido a los físicos Lauris Baum y Paul Frampton,24​ autor este en 1974 del primer libro sobre teoría de cuerdas, formular la existencia de una nueva entidad —contrariamente a lo que la navaja de Ockham argumentaría—, la energía fantasma, la cual daría lugar a un modelo cíclico del universo en el que la entropía del universo decrecería hasta cero, un modelo ya sugerido por Albert Einstein, que explicaría por qué el valor de la constante cosmológica es varios órdenes de magnitud inferior al que predice la teoría del Big Bang, inventada por el sacerdote católico Georges Lemaître, pese a ser la comúnmente consensuada por la comunidad científica. Recientemente, algunos científicos han cuestionado incluso una de las asunciones principales de la Física, el supuesto de que las constantes universales sean realmente constantes y sus implicaciones. En el año 2009 se lanzó el satélite Planck,37​ que podría permitir dilucidar qué teoría es más adecuada.

Para el filósofo David Kellogg Lewis, considerado uno de los filósofos analíticos más importantes del siglo xx y proponente del realismo modal, existe un número infinito de mundos causalmente aislados y el nuestro es tan solo uno de ellos. Para Lewis, la navaja de Ockham, aplicada a objetos abstractos como conjuntos, es, o bien dudosa por principio o simplemente falsa.

Immanuel Kant también sintió la necesidad de moderar los efectos de la navaja de Ockham, creando así su propia anti-navaja en su Crítica de la razón pura: «La variedad de seres no debería ser neciamente disminuida». (1781)

Karl Menger encontró a los matemáticos demasiado parsimoniosos en lo que respecta a las variables, de modo que formuló su Law against Miserliness (Ley contra la tacañería) que tomó estas dos formas: «1.ª—Las entidades no deben ser reducidas hasta el punto de inadecuación. 2.ª—Es vano hacer con menos lo que requiere más» (1962).

Incluso Albert Einstein también aportó su propia anti-navaja de Ockham: «A duras penas se puede negar que el objetivo supremo de toda teoría es convertir los elementos básicos en simples y tan pocos como sea posible, pero sin tener que rendirse a la adecuada representación de un solo dato de la experiencia. Simple, pero no más simple» (1934).


Resumen y conclusiones

Cierro con las ideas clave de este artículo.

  • Su premisa fandamental es que, de por sí, remite a huir de lo artificialmente complicado. También puede interpretarse como un intento de no generar o considerar más alternativas de las necesarias.
  • Ante una interrogante buscar mil respuestas es una pérdida de tiempo, ya que, la respuesta más obvia es generalmente la correcta. Y solo se debe considerar buscar otras causas cuando la primera solución se demuestre como incorrecta.
  • Nos llama lo complejo, pero en igualdad de condiciones, la explicación más simple es siempre la que tiene más probabilidades de ser la correcta.
  • La pluralidad no puede postularse sin necesidad, lo que quiere decir,que las formas de resolver un problema no deben aumentar las causas sin que exista esa necesidad, pues en muchas situaciones se pueden buscar soluciones con teorías más sencillas.
  • La navaja de Ockham se llama así por el bueno de Guille, aunque Aristóteles ya la usaba. También se la llama principio de parsimonia.
  • ¡Mantenlo simple estúpido! El diseño de aeronaves, tu entrenamiento y los hábitos de tu vida, mejor simple.
  • Pero no más simple. Haz caso a Einstein, Kant y Menger. No te pases de la raya simplificando.
  • No utilices este modelo para todo. Construye tu propio arsenal de modelos mentales.
  • Entones ten siempre presente que: "A menudo, la verdad se encuentra en la simplicidad y que, para entender la realidad, a veces es conveniente simplificarla primero".
  • Las teorías simples son más fáciles de verificar y de ejecutar. En otras palabras, el llamado es a evitar soluciones excesivamente complejas a un problema y centrarnos en lo que funciona dadas las circunstancias.
  • Seben cortar de raíz los razonamientos que compliquen inútilmente el análisis de una situación o la solución de un problema.

La navaja de Ockham es un modelo útil para simplificar la toma decisiones en el día a día. Inclúyela en tu arsenal, pero no la uses para todo.

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